Instrucciones para el caso de una avería en carretera





Vas conduciendo y notas algo extraño en el coche que en un momento se agrava. Un minuto más tarde estás parado, aparcado, lo más apartado de la carretera que has podido ponerte.

Mantén las manos en el volante. Siente tu respiración acelerada, la palpitación del corazón y la subida de la temperatura. Blasfema, pero lo justo, que todavía no sabes qué ayuda vas a necesitar. Apaga la radio porque te molesta su indiferencia. Oféndete con el locutor porque sigue hablando como si no hubiera pasado nada. Proponte pensar pero siéntete confuso.

Busca antes que nada un culpable. Repasa los posibles sospechosos hojeando en tu memoria y pasa rápido la primera hoja que encuentras, que es la de tu marido o mujer. Resérvala. Revisa el motivo de este viaje y sopésalo con rigor. Recuerda la última vez que llevaste el coche al taller. Si hace menos de seis meses culpa al mecánico. Cabréate con él y niégale la presunción de inocencia. Revisa también la compra del coche, crea en ese momento el recuerdo de que tú no estabas convencido. Pregúntate quién te animó y cúlpalo también y sentencia que el vendedor no parecía honesto. Como tu ansia de resarcimiento no está satisfecha, piensa en tu mujer o tu marido, ahora sí, y acusa. Aguanta el impulso de coger el teléfono para llamarla o llamarlo, sé sensato. Agota tus recursos y no encuentres a nadie más a quien acusar, pero insiste en disparar hasta que te convenzas de que tus balas se han agotado definitivamente.

Siente que el silencio es abrumador y extraño. Busca en la guantera el chaleco amarillo. Sonríe al pensar que es día de estreno, quién te lo iba a decir. Borra esa sonrisa, no estás para bromas. Abre la puerta del coche. Plop. Oye cómo el sonido se refresca y matiza, como cuando consigues sacar el agua de los oídos después de un baño. Sal.

Levanta el capó, mira el motor, pero no veas nada. Ve todo normal pero reconoce que no verías lo anormal. Deja el capó levantado para que quede claro a quien pueda verte por qué estás ahí. Camina alrededor del coche en busca de alguna explicación pero no encuentres ninguna. Da una patada inocente o dos a cada rueda. A la de repuesto no. Indígnate al ver que ninguno de los coches que pasan se detiene para preguntar si necesitas algo e ignora que es lo mismo que tú has hecho siempre. Repasa lo que has hecho y discurre qué más puedes hacer. Cae en la cuenta de que todo lo que has hecho hasta ese momento es inútil y que tienes que cambiar de planteamiento.

Descubre el sonido del campo que tantas veces has atravesado metido en tu aislada cabina, de ese campo del que sólo conoces la imagen. Atiende a esa sinfonía de músicos invisibles sin director ni partitura, ese sonido suave y variado sobre un fondo de silencio fácilmente discernible. Descubre también su olor.

Llama a tu mecánico para explicarle lo que te ha pasado y procura que tu tono de voz no trasluzca la acusación que poco antes has hecho. Después de escucharte no podrá solucionar nada y se disculpará por ello, pero te pedirá que llames a la asistencia en viaje de tu seguro. Avergüénzate calladamente de que no se te haya ocurrido a ti antes y siente alivio cuando él mismo se ofrezca para hacerlo. Cóbrate su sentenciado error no dándole las gracias por ello. Espera.

Acaba de acompasar tus ritmos ayudado por la soledad y el rumor agradable y relajante que te envuelve. Serénate y comprueba cómo el cabreo ha mutado en tristeza y resignación. Siéntete víctima pero no encuentres de quién.

Siente alegría y alivio al ver que se aproxima una grúa y que el conductor te hace señas. Acuérdate de un náufrago cualquiera y ponte en su lugar. Intercambia saludos e información básica con el gruista y muéstrate más amable de lo que él se muestra contigo. Soporta la crudeza de su diagnóstico y que se recree en él. Consuélate pensando que no ha indagado lo suficiente para saber tanto y que está abusando de su superioridad momentánea. Calla y aguanta, que estás salvado.


Peñaranda de Bracamonte 23 de abril de 2020

Comentarios

Entradas populares de este blog

Filosofía para Juan

Sobre Derechos Humanos y derechos animales

Analogía de un mecánico de coches